Hace unos días un temblor de
tierra sacudió parte de la geografía española. Tras este incidente hemos
recordado la historia del volcán Krakatoa y su erupción durante el siglo XIX.
Sin duda alguna, se trata de uno de los eventos geológicos más espectaculares y
dramáticos de la historia reciente.
El Krakatoa se encontraba entre
las islas de Java y Sumatra, en la actual Indonesia, dentro de los dominios
coloniales de los Países Bajos. Este volcán despertó a principios del año 1883,
originando varias erupciones, hasta la
llegada del verano, momento en el que dejó ver toda su furia.
El día 27 de agosto se desató una
explosión de tal magnitud que provocó la devastación de prácticamente la
totalidad de la isla donde se encontraba. Los relatos de entonces nos cuentan
que fue tal la intensidad de aquel cataclismo que el sonido generado pudo
escucharse a más de 4000 kilómetros, y está considerado como el sonido más alto
registrado en la historia. Cientos de poblaciones desaparecieron como
consecuencia de la explosión y de los maremotos que la siguieron, lo que
provocó la muerte de más de 36.000 personas.
La dimensión de aquel evento fue tan desproporcionada que la nube
alcanzó unos 80 km de altura, propagando una cantidad de cenizas tan grande que
el cielo de todo el mundo llegó a oscurecerse durante varios años, generando lo
que se conoce como invierno volcánico,
llegando a reducir la temperatura global en más de 1 grado centígrado.
Las imágenes que mostramos son algunas obras de William Ashcroft, paisajista británico que plasmó los espectaculares atardeceres que se vieron en Inglaterra a raíz de este terrible suceso.
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