Lucha entre retiarius, con el dedo levantado en gesto de rendición, y un secutor. Fragmento del mosaico de Zliten, en Libia (s. II d.C.) |
Su casco tenía una forma bastante básica, era liso con una cresta redondeada (como una aleta) sin aristas, con pequeños orificios para los ojos. Esta forma servía para evitar quedarse atrapado en la red y poder protegerse de los ataques del tridente, por esto los agujeros para los ojos eran bastante pequeños, ya que las puntas del tridente podían entrar por las aberturas de los ojos de los cascos de otros tipos de gladiador. Carecía de visera y adornos que permitiesen que la red se enredase.
El estilo de lucha del secutor era la del cuerpo a cuerpo cercano, sin dejar que su contrincante se alejase y así evitar su ataque con la red. Por esto el retiarius, que poseía un equipamiento más ligero, se movía en círculo y buscaba la distancia suficiente para poder atacar. Esto se veía favorecido por el casco del retiario, que al tener las aberturas de los ojos bastante pequeñas, tenía muy limitada su visión e incluso el oído. Además, la poca ventilación hacía que fuese difícil el poder respirar con normalidad.
Como anécdota añadir, que los secutores fueron los gladiadores favoritos del emperador Comodo, quién salía a menudo a la arena como un secutor.
El otro tipo que nos ocupa hoy, es algo peculiar, ya que más que un tipo concreto es un estilo de lucha. El provocator (también conocido como spatharus porque luchaba con una spatha aun más larga que la spatha normal). Llevaban en el pecho una coraza (cardiophilax), una gran pieza de metal que cubría el pecho y que en ocasiones era de escamas de metal. Se ajustaba con unas correas de cuero alrededor de la espalda.
Relieve de un provocator rodeado de coronas de la victoria. Hallado en Éfeso, actualmente en el Staatliche Musen, Berlín. |
Hay un debate sobre si originalmente era un tipo asociado a un criminal o prisionero de guerra sentenciado a pena capital, que podía, no obstante, obtener clemencia al ganarse la simpatía de los espectadores. Esto viene dado del término judicial romano de tiempos de la República: se decía de un prisionero condenado tenía derecho de apelar al pueblo (provocatio ad populum). La forma de luchar de este tipo, que comprendía falsas retiradas seguidas de contraataques, cambió, no obstante, la implicación y sentido del término.
El provocator fue uno de los gladiadores que desaparecieron con la reforma augusta.
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