sábado, 28 de febrero de 2015

Alejandro Magno - Introducción

El mayor sueño de Aquiles era el de conseguir la inmortalidad a través de la gloria eterna. Cuando aquel cantor griego, que ha pasado a la historia con el nombre de Homero, ideó la Ilíada, no pudo imaginar que alcanzaría la misma fama que perseguía el épico héroe de su epopeya. Aquel deseo de ser reconocido en el tiempo ha sido compartido por muchos en la antigüedad. Hombres que parecían querer emular al mítico Aquiles en vida a través de sus logros y conquistas. Pero sin lugar a dudas  si hay uno entre todos ellos que haya conseguido ser recordado y reconocido como ningún otro, es Alejandro III de Macedonia.
Alejandro Magno es una de las figuras más célebres de todos los tiempos. Sus acciones le condujeron a crear un gran Estado universal que alcanzaba prácticamente los límites de la ecúmene, es decir, la tierra conocida. Desde el Danubio hasta el Indo se extendieron las fronteras de su inmenso dominio, consiguiendo la mayor parte gracias a una brillante campaña militar y política que le enfrentó al que fue su principal rival, Darío III Codomano, último gran rey persa de la dinastía aqueménida.


Mosaico de Issos (también conocido de Alejandro Magno), de la Casa del Fauno, Pompeya (Italia)

Pese a morir con poco más de treinta años, su reinado supuso una alteración irremediable en el devenir de los acontecimientos futuros. La conquista del Imperio Persa provocó severos cambios en la que había sido la configuración política y cultural de este extenso espacio. Si bien es cierto que los contactos entre el mundo griego y el persa eran relativamente comunes hasta entonces, la llegada de Alejandro constituyó el comienzo de un verdadero intercambio cultural entre ambos mundos, conocido por la historiografía como Período Helenístico. Gracias a su genialidad y a la sangre derramada por los soldados macedonios, los griegos se expandieron como nunca antes por Egipto y el continente asiático. Si bien esta tarea no fue nunca sencilla, Alejandro supo cómo gobernar e integrar a los numerosos pueblos que componían su heterogéneo reino, como eran medos, egipcios, armenios o caspios por citar algunos, todos distintos a su procedencia griega en etnia, costumbres, creencias y hacer político.

Podemos conocer en profundidad muchas facetas de la vida de Alejandro gracias a las biografías escritas por algunos autores griegos y romanos. El valor que alcanzan algunas como fuente de conocimiento es enorme, sobre todo aquellas que extrajeron la información de forma directa de quienes convivieron con él personalmente. Destacamos varias como son las Historias Filipicas de Trogo Pompeyo, el libro XVII de la Biblioteca Histórica de Diodoro Sículo, y la Historia de Alejandro Magno de Q. Curcio Rufo. Todas ellas se basan en la obra del historiador griego Clitarco de Alejandría, Historia de Alejandro Magno, de la que sólo se conocen algunos fragmentos y que vivió en la corte de Ptolomeo I, uno de los compañeros de Alejandro. Fundamental será la obra de Arriano de Nicomedia, Anábasis de Alejandro Magno, para la cual se usó como fuente fundamental las memorias de Ptolomeo I y las de Aristóbulo, historiador que viajó en la expedición de Alejandro y cuya obra tiene también gran valor geográfico y etnológico. Estas obras han sido publicadas en español, siendo especialmente adecuada la colección Biblioteca Clásica Gredos, dotada de introducciones históricas, anotaciones y bibliografías recientes, que son instrumentos necesarios para el correcto uso de estos autores.

Extensión del Imperio de Alejandro Magno

Este pequeño ensayo ha de servirnos como introducción a próximas publicaciones donde expondremos más detenidamente algunas historias y anécdotas del reinado de Alejandro y su legado. Sin embargo, antes de entrar en detalles, queríamos mostrar la repercusión que tuvo su llegada al escenario de la Historia. Por otra parte, no queríamos dejar pasar la oportunidad de acercar al lector las fuentes clásicas que cualquier historiador o aficionado debe consultar si realmente desea conocer la aventura que hay detrás de la vida de Alejandro Magno.

La erupción del Krakatoa (1883)

Hace unos días un temblor de tierra sacudió parte de la geografía española. Tras este incidente hemos recordado la historia del volcán Krakatoa y su erupción durante el siglo XIX. Sin duda alguna, se trata de uno de los eventos geológicos más espectaculares y dramáticos de la historia reciente.



El Krakatoa se encontraba entre las islas de Java y Sumatra, en la actual Indonesia, dentro de los dominios coloniales de los Países Bajos. Este volcán despertó a principios del año 1883, originando varias erupciones,  hasta la llegada del verano, momento en el que dejó ver toda su furia.

El día 27 de agosto se desató una explosión de tal magnitud que provocó la devastación de prácticamente la totalidad de la isla donde se encontraba. Los relatos de entonces nos cuentan que fue tal la intensidad de aquel cataclismo que el sonido generado pudo escucharse a más de 4000 kilómetros, y está considerado como el sonido más alto registrado en la historia. Cientos de poblaciones desaparecieron como consecuencia de la explosión y de los maremotos que la siguieron, lo que provocó la muerte de más de 36.000 personas.  La dimensión de aquel evento fue tan desproporcionada que la nube alcanzó unos 80 km de altura, propagando una cantidad de cenizas tan grande que el cielo de todo el mundo llegó a oscurecerse durante varios años, generando lo que se conoce como invierno volcánico, llegando a reducir la temperatura global en más de 1 grado centígrado.


Las imágenes que mostramos son algunas obras de William Ashcroft, paisajista británico que plasmó los espectaculares atardeceres que se vieron en Inglaterra a raíz de este terrible suceso.