Los munera gladiatoria constituyen uno de
los fenómenos más complejos de la antigua Roma. Distorsionada su imagen por esa
gran fábrica de ideología y constructora de imaginarios que es la
cinematografía, vamos a intentar explicar, con rigor, su surgimiento y
evolución. Esta entrada pretende ser una pincelada general a modo de
introducción al tema.
El primero de los problemas es definir qué son los munera. La mayoría de los autores coinciden en explicarlos como la evolución de una práctica deportiva, que con el paso del ámbito privado a su regulación por las autoridades romanas, se transformó en un deporte “nacional” de masas. Los romanos tenían un concepto del deporte muy pragmático, reflejo de sus necesidades de supervivencia y de su proyecto de dominación de la península itálica. La violencia era la esencia de su idiosincrasia, la piedra angular que había transformado a un pequeño pueblo de campesinos en una incipiente potencia que se preparaba para domeñar al resto de pueblos de su entorno. Roma sobrevivía y progresaba con el uso del gladius, con la sangre que este derramaba, y todo ciudadano romano estaba moralmente obligado a luchar y fomentar el espíritu guerrero en sus congéneres. Por estas razones es natural que el pueblo de Roma desarrollase un deporte basado en el gladius.
Por
supuesto, los romanos no inventaron este deporte (la práctica de la esgrima es
inveterada y está presente en todas las culturas de la antigüedad). Fueron los
contactos con el pueblo etrusco los que mostraron a Roma las prácticas
deportivas clásicas pero los romanos, como ya se ha citado, tenían un concepto
pragmático del deporte y sólo adaptaron aquellas disciplinas que eran útiles
para su proyecto de conquista militar, como el pugilato, combate con espada o
los desfiles militares que fomentaban la creación de soldados disciplinados. El
resto de disciplinas (carrera, salto, jabalina…) eran practicadas como una
especie de educación física orientada a hacer del cuerpo una máquina optimizada
para la batalla. No existía un elemento competitivo ni lúdico, hablamos casi de
una obligación, un duro entrenamiento que se postulaba como el medio para un
fin. Esta es la razón principal por la cual el deporte griego fue vilipendiado,
siendo definido como una fábrica de valores nocivos para un objetivo militar;
incluso Cicerón, nada sospechoso de grecofobia, mostró su desprecio por lo que
consideraba inútil para el entrenamiento del ejército, a la par que deleitoso y
corruptor de la juventud.
Dentro
de este horizonte de pensamiento va a surgir la incipiente práctica del combate
con espada que derivará en los munera
gladiatoria. Ésta empezó en el ámbito privado de la domus, como combates con espada de madera y punta roma, y se
consideraban un ejercicio útil con el que mejorar las habilidades de esgrima,
pasando además, un rato agradable. Existían dos modalidades diferenciadas: la
práctica privada en la domus
desarrollada por los ciudadanos patricios, sobre todo los equites, sin ningún tipo de audiencia o público (la causa de esta
ausencia la encontramos en la moral romana que reprobaba la actuación en
público con la finalidad de entretener a otros, este hecho, convertía
automáticamente al actuante en un infame,
carente de toda honra. Es por eso que los patricios se cuidaban de practicarlo
en privado). La otra modalidad era la de los munera
propiamente dichos, también de carácter privado en un primer momento, y
practicada por infames, generalmente
esclavos, que peleaban a muerte ante un público reducido. Es esta segunda
modalidad la que vamos a analizar con detenimiento, atendiendo a su evolución
del ámbito privado funerario al desarrollo de un deporte de masas con gran
carga política y potencia pedagógica, gestionado por las autoridades de Roma.
Con ganas de aprender más sobre este tema. ¿Para cuando el siguiente artículo?
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